Colombia suspende los diálogos de paz con el ELN por los atentados contra policías

No le quedó más remedio que suspender el proceso de paz con el ELN (Ejército de Liberación Nacional). Los atentados del fin de semana en Barraquilla empujaron a Juan Manuel Santos a anunciar hoy que no continuará con las conversaciones que sostiene con el grupo terrorista en Quito. Había aplazado la decisión todo lo posible porque su intención era firmar algún tipo de acuerdo con la guerrilla antes de entregar el poder, en agosto próximo. Y con esta interrupción, será difícil que lo consiga.

Pero los artefactos explosivos que estallaron en dos cuarteles de la policía en la capital del departamento del Atlántico, que jamás conoció una acción terrorista del ELN, con un saldo de cinco policías muertos y 42 heridos, causaron una ola de indignación en el país que el mandatario no pudo ignorar. Máxime porque fue en la región Caribe, al norte de Colombia, donde obtuvo el mayor espaldarazo electoral en su reelección.

Santos aseguró que no reanudará las negociaciones «hasta que no vea coherencia por parte del ELN entre sus palabras y sus acciones».

Lo ocurrido en Barraquilla, que se prepara para celebrar su famoso carnaval de febrero, fue la gota que rebosó un vaso que comenzó a llenarse el pasado 9 de enero. Ese día finalizaba la tregua bilateral que habían decretado el ELN y el gobierno, y el Presidente tenía la intención de prolongarla pese a los graves incumplimientos de la banda terrorista. Pero a las pocas horas iniciaron una cadena de atentados en diferentes partes del país, que continuó en las jornadas siguientes y ahondó el escepticismo que ya cundía entre la ciudadanía.

En un primer momento, Juan Manuel Santos llamó a consultas al jefe de su delegación en Quito, el ex vicepresidente Gustavo Bell, que se estrenaba en el cargo, con el objeto de analizar los pasos a seguir para buscar la manera de restablecer el cese al fuego. Después confió en que la visita del Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, ayudara a conseguir un arreglo con los ‘elenos’.

Hasta que a las 6.40 de la mañana del sábado pasado (mediodía en la Península ibérica) explotó una bomba cuando unos 60 agentes formaban en el patio para recibir órdenes. Tres murieron en el sitio y otros dos en el hospital a donde fueron trasladados. Un poco más tarde, estallaba otro artefacto que sólo provocó heridos. No fue el último. En Bolívar, departamento contiguo, cuya capital es Cartagena de Indias, un ataque contra un cuartel de Policía segó la vida de dos agentes y destrozó el edificio.

Al principio pensaron que bandas delincuenciales de Barranquilla se vengaban de la detención de algunos de sus líderes, hasta la captura de Cristian Bellón Galindo, de 31 años y oriundo de Bogotá, cerca del cuartel de Policía de San José, donde murieron los uniformados, con unos papeles incriminatorios en su poder. Su arresto y otras averiguaciones llevaron a la Fiscalía a concluir que el ELN era el único responsable. A Bellón ya lo habían detenido en julio del 2015 por presuntamente pertenecer a una célula de esa guerrilla en la capital del país, pero un juez decretó su libertad por irregularidades en la captura. También un comunicado emitido el lunes por el «Frente de guerra urbano nacional del ELN» hizo evidente que eran los culpables.

Tras reunirse unas horas en el palacio presidencial con Gustavo Bell, barranquillero de cuna, Santos optó por suspender el proceso de paz y anunciar que las Fuerzas Armadas atacarán a la guerrilla.

Precisamente la actuación de los militares, que han dado de baja desde el fin de la tregua a una veintena de subversivos, es una de las justificaciones de los terroristas para seguir matando. Al tratarse de una negociación entre iguales, sin vencedores ni vencidos, destinada a acabar con el conflicto armado por la vía política, los jefes del ELN consideran que tienen derecho a responder a las acciones del Estado.

La medida de Santos recibió el respaldo de los partidos que le apoyan y el visto bueno de la oposición, que llevaba tiempo clamando por romper un proceso mientras el ELN siguiera matando y secuestrando, entre otros delitos.

Lo complejo para el presidente será hallar la fórmula para convencer al ELN de que cese su espiral de violencia. Para ellos, una tregua unilateral es, de momento, una exigencia inaceptable.

 

Fuente: elmundo.es

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