Inmigración e infraestructuras serán los ejes del Discurso del Estado de la Unión de Trump esta noche

Hay que ser honestos: con Donald Trump, nunca se sabe. Así que predecir de lo que va a hablar en su Discurso del Estado de la Unión, esta noche (en América), o mañana por la mañana (en Europa) es problemático. En principio, se espera que el presidente estadounidense centre la intervención ante las dos cámras del Congreso del país, reunidas en sesión conjunta, en tres cosas: el estado de la economía, su propuesta para regularizar a 2,8 millones de inmigrantes indocumentados a cambio de 25.000 millones de dólares para construir el muro on México (un muro que teóricamente iba a pagar ese país), y su plan de infraestructuras, al que fía la reelección.

Pero Trump es Trump, y en su ADN está el cromosoma del populismo. Así que el presidente colgará en su web los nombres de los ciudadanos que contribuyan a su campaña. El precio mínimo es 35 dólares (28 euros); el máximo, 2.700 dólares (2.182 euros), que es el tope que autoriza la ley.

Por de pronto, el arranque del Discurso ha comenzado con un problema inesperado. Trump, que tras ganar las primarias de Nevada dijo para la posteridad «amo a la gente con bajo nivel educativo» ha visto cómo sus asesores, en lo que ya es una tradición, han escrito mal las invitaciones al evento. State of the Union(Estado de la Unión), dicen los documentos, que estaban siendo anoche reimpresos a toda velocidad en Washington. Las erratas son una constante en la Casa Blanca de Trump, aunque se suelen concentrar en sus tuits -en los que pega patadas al Diccionario de Oxford – y en sus viajes al extranjero -cuando le acompaña un séquito más numeroso, lo que permite a sus asesores equivocarse más con los nombres y cargos-.

Éste es el primer Discurso que realice Trump, y en él se espera que el presidente repita lo que considera el mayor éxito de su gestión: la subida de Wall Street y el mantenimiento de la expansión económica que comenzó en 2010.

Trump también recordará la caída de Raqqa y la pérdida por el Estado Islámico de la práctica totalidad del territorio que controlaba, aunque, presumiblemente, insistirá en el peligro del terrorismo islamista. La bajada de los impuestos a las rentas más altas y a las empresas será, asimismo, otro de los puntos fuertes de su intervención.

Hasta ahí, está lo que cae en la columna del ‘Haber’. Más complicado será el ‘Debe’. El presidente va a tener que defender su posición en materia de inmigración, donde ha propugnado abrir las puertas a la ciudadanía estadounidense dentro de 12 años de 2,8 millones de sin papeles’ que llegaron al país como menores de edad acompañando a sus padres. La idea es muy del agrado de los demócratas. Pero, para una parte considerable del Partido Republicano, la posibilidad de que un solo inmigrante indocumentado adquiera un estatus legal – por no hablar del acceso a la ciudadanía – es inaceptable. El representante republicano Stephen King, de Iowa -uno de los más duros en inmigración- ya ha advertido de que él «y otros amigos»no van a aplaudir a Trump cuando proponga abrir las puertas de la inmigración a casi 3 millones de personas.

Claro que con esa propuesta Trump ha metido en una ratonera aún mayor a la oposición demócrata. Ese partido tiene que decidir si rechaza la legalización de esos 2,8 millones de personas porque no quiere dar a Trump 25.000 millones de dólares que, en gran parte, se destinarán en el futuro a la construcción de parte del muro en la frontera con México. Es una cuestión muy difícil para los demócratas, que, a medida que se acercan las elecciones de 2020, están escorándose a la izquierda para ganar el apoyo de sus bases, lo que, a su vez, puede alejarlos del centro político en el que han tratado de mantenerse.

Para ganar la reelección, Trump cuenta con otra baza: un ambicioso plan de construcción de infraestructuras por valor de 1,7 billones de dólares (cerca de 1,4 billones de euros). Es una idea que cuenta con un enorme respaldo de los dos partidos, y que también es popular entre los votantes, porque las infraestructuras estadounidenses se caen, literalmente, en pedazos. Pero, al igual que en el muro con México, el problema son los detalles.

Hasta la fecha, la Casa Blanca no ha dado a conocer los detalles de la propuesta, y lo que ha filtrado son solo borradores que indican que la mayor parte del gasto caería en los municipios y en los estados del país. El plan de financiación es tremendamente complejo, con proyectos de colaboración público-privada y exenciones fiscales para la deuda de infraestructuras que puede hacer que el plan sea un festival para Wall Street. Pero Trump es un maestro en el arte de jugar con los números, y nadie duda que su mensaje -1,7 billones de dólares- va a ser lo que recuerden los votantes y los medios de comunicación el miércoles.

 

Fuente: elmundo.es

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