De Brasil a Indonesia, los mercados de materias primas sufren la contracción económica. Y mientras unos padecen, otros prosperan: en Francia, una fábrica de mascarillas trabaja horas extra para producir 80 cubrebocas por minuto. La súbita demanda —y escasez— de tapabocas no es solo síntoma del pánico colectivo: llevarlas “es un gesto que comunica solidaridad durante una epidemia”, según esta columna. Pero bajo la tensa normalidad y las férreas medidas de control, la crisis podría causar que se posponga el evento político más importante de China, el congreso nacional del partido comunista.
Fuente : The New York Time |