La solución trivial al problema del joven votante

Autor: Guarocuya Batista 

En este 2019 hemos visto, por vez primera, la generación que pronto tendrá su primer voto frente a un boato de opciones de candidatos presidenciales con muchas ofertas que valdrían mucho la pena estudiar en otro momento. Esta mezcla de Generación Z y “millenials” no comulga con las tradiciones políticas dominicanas. El señero fenómeno de haber crecido en un país que en sus últimos 23 años ha tenido 19 de gobierno del actual Partido más grande, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), es casi seguro que no se repita.

Estos nuevos votantes están sumergidos en la tecnología y redes sociales, creen en el valor de la educación superior y técnica más que nunca, son socialmente más tolerantes y de visión progresiva, empero están acostumbrados a un nivel de desarrollo medio-alto en estos tres cuartos de isla que los más experimentados no vimos en nuestra niñez. Ahí radica la obligación de un futuro presidente: comprometerse fielmente en asegurar y acrecentar lo que estos jóvenes votantes han visto de positivo en sus vidas.

Lo anterior requiere, por descripción, un candidato presidencial verdaderamente nuevo. Alguien que nunca haya intentado optar por un cargo público, alguien que sea reacio a la vieja forma de hacer política en República Dominicana. Debe ser alguien con experiencia y éxitos previo a su incursión política y que tenga en común con estos nuevos votantes la inventiva de estos tiempos que los caracteriza. Y evidentemente medir los aportes de servidor público que haya podido dar.

Sí estimamos que el PLD, junto a sus partidos aliados y organizaciones civiles afines, es la única vía factible de continuar fomentando la patria, se necesita entonces emular lo correcto de la gestión actual y ampliar los horizontes del destino de todos los votantes. Se necesita ser realista y elegir un nuevo presidente no basado en preferencias tradicionales quasi-religiosas o deportivas sino pragmáticas y juiciosas.

Qué tal si perfilamos los sueños de estos nuevos votantes, usando un ligero análisis matemático, asumiendo nuevos votantes con características ya descritas, ante todos estos candidatos por elegir, nos queda una solución de simple y obvia estructura cuando estos optimicen sus decisiones electorales: descartar candidatos con experiencia pasada de presidente y los que hayan optado por cargos públicos en el pasado, con o sin éxito. Esta función de optimización de futuro electoral nos presenta una solución matemáticamente trivial: solo Gonzalo Castillo cumple con lo requerido. Haber emprendido hace más de 25 años en diversos sectores, y sin ostentar cargo público alguno, y todavía detenten éxito, demuestra es el único candidato que pueda llegar a estos nuevos votantes.

No olvidemos que hay un creciente descontento verdaderamente popular en contra de la vieja forma de hacer política. Este thumos, decían Platón y Demócrito, o pasión por luchar en base al miedo a perder lo ya ganado, es bien palpable. Perderemos todos, como nación, si no hacemos caso a la solución trivial al problema del joven votante.

Fuente: Listindiario.com

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