Especialistas comparten las claves para identificar signos de cáncer infantil.

  • Chequeos periódicos son vitales para un diagnóstico a tiempo en los menores de edad

Muchas veces, los padres se descuidan ante la aparición de síntomas, que, si bien pueden parecer afecciones simples o comunes, pueden indicar la existencia de un tumor maligno.

La directora del departamento de Oncopediatría del hospital Hugo Mendoza, doctora Leidy Jorge, explica que “se suele perder el seguimiento en los niños porque culturalmente entendemos que el niño solo va a consulta cuando está enfermo”.

La doctora insiste en la importancia de llevar al niño a su médico todos los meses desde que nace hasta que cumpla el año; cada tres meses hasta cumplir dos años; luego cada seis meses y desde los tres hasta cumplir 18, por lo menos una vez al año.

Esto va a servir no solo para diagnosticar cáncer, sino otras enfermedades que se puedan tratar a tiempo. Es importante evitar cambiar de pediatra, porque el doctor debe conocer al niño, para darle mejor seguimiento”, puntualizó.

Jorge dice que un niño puede nacer con cáncer por un gen alterado que permanece dormido y si le da un virus o un cambio hormonal puede hacer que ese tumor empiece a crecer.

“Los síntomas van a variar muchísimo. Una barriguita aventada, puede ser un tumor renal o de hígado. Si le duele la cabeza todas las mañana o se marea, puede ser un tumor cerebral. Si tiene leucemia, su cuerpo pide reposo, pudiendo tener anemia y defensas bajas. En los adolescentes, puede ser un sarcoma si tiene dolor en las rodillas”, detalló

Otros síntomas que pueden disparar las alarmas son crecimiento de masas o ganglios, sudoraciones excesivas, infecciones que no mejoran, moretones o sangrados de nariz y encías, manchas blancas en los ojos y pérdida de peso.

¿Cómo decirle al niño que tiene cáncer?

La ortopeda oncóloga Sharmille Fabián admite que “hay mucho tabú en cómo abordar el tema del cáncer infantil«. «Parte del éxito del paciente es el involucramiento de los padres porque el menor no decide solo ir al médico, debe ser llevado por un adulto”, expuso.

Para Fabián, siempre hay que hablarle al paciente y a los familiares con honestidad, si es posible, con  imágenes o dibujitos, para que los niños entiendan la magnitud de lo que tienen. En su experiencia, “los niños toman la noticia mucho mejor que los padres”. 

Sobre los hombros del médico descansa la responsabilidad de elegir el mejor tratamiento, que a veces, incluye la amputación. “La amputación no es un fracaso, es una oportunidad de vida”. Reconoce que “la primera traba de un paciente amputado son las protesis, son carísimas y no están cubiertas. Vivimos en una sociedad poco inclusiva con los pacientes con discapacidades”, añadió.

La importancia del psicólogo

La oncología es una una especialidad multidisciplinaria porque se apoya en patólogos, cirujanos oncólogos y psicólogos.

Por su parte, el terapeuta Pedro Julio Arias recuerda que “el sentido catastrófico de un diagnóstico de cáncer puede generar tristeza, rabia, ansiedad, inseguridad o el sentimiento de que nada tiene solución” y ahí interviene el psicólogo a acompañar y apoyar al paciente y sus familiares.

«La honestidad por encima de todo, la noticia de un diagnóstico de cáncer, y más en un niño, tiene un impacto. Ante esta nueva realidad, ocultar, evadir o mentir no es lo más sano, no es la solución bajo ninguna circunstancia», señaló Arias.

Los especialistas participaron en el panel “Enfrentando el diagnóstico de cáncer infantil”, organizado por Mapfre Salud ARS.

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