La gente que me odia paga mis facturas

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La tenista estadounidense Danielle Collins siempre fue peculiar. Y, sobre todo, reactiva ante todo estímulo exterior que le incomoda. Este jueves, después de vencer en la segunda ronda del Open de Australia a la local Destanee Aiava por 7-6 (4), 4-6 y 6-2, explotó a su manera. Es decir, con una sonrisa de oreja a oreja, llevándose las manos a la oreja, y respondiendo a todos los aficionados australianos que habían venido increpándola durante el partido.

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