Estaban inspeccionando fósiles de dinosaurios y descubrieron algo espectacular – Enséñame de Ciencia

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Créditos de imagen: Divaneth-Dias | Getty Images/iStockphoto

Cada día surgen nuevos descubrimientos que nos hacen replantearnos lo que ya conocíamos del mundo, pues, como especie curiosa que somos, es imposible que aquellos que se encargan de desentrañar los misterios del mundo que nos rodea se queden quietos por un momento, siendo así que constantemente están buscando nuevas respuestas a las preguntas que nos inquietan.

Para esto, es necesario que colaboren varias ciencias. Una de ellas, la paleontología, que es la encargada de estudiar e interpretar los fósiles de la vida del pasado para conocer más acerca de lo que existía antes de que el humano apareciera por primera vez sobre la faz de la Tierra, ofrece varias sorpresas y aportes para saber más de estos tiempos anteriores, como el caso que te vamos a contar a continuación.

Fue hace unos años, cuando Kyle Atkins-Weltman se percató de irregularidades cuando se encontraba examinando fósiles de dinosaurio. Creía que estaba estudiando huesos pertenecientes a la especie Anzu Wyliei, un dinosaurio apodado como “El pollo del infierno”.

Atkins creyó que estos huesos provenían de un Anzu joven, así que envió dichos restos a un profesor de anatomía para que los examinara; sin embargo, los resultados obtenidos indicaban que los huesos pertenecían a una especie distinta y no a un Anzu.

Y fue la semana pasada que Atkins- Weltman dio a conocer el descubrimiento de una nueva especie, nombrada Eoneophron infernalis, la cual compartía el parecido con un ave. Los investigadores piensan que este dinosaurio tenía patas y garras largas, pico sin dientes, plumas en la totalidad del cuerpo y cola pequeña. A pesar de su similitud con el Anzu, el eoneophron infernalis medía 60 centímetros menos y pesaba 90 kilos menos que la otra especie.

El ahora estudiante de doctorado, de 28 años, declaró que no esperaba descubrir una nueva especie y ponerle nombre, tomándole dos o tres días asimilarlo. «No empezó con un “eureka”, sino con un “qué raro”».

Créditos de imagen: Kyle Atkins-Weltman

Fue en enero de 2020, cundo Atkins- Weltman cursaba un máster en la Universidad de Kansas que inició un proyecto para investigar nueve especies de dinosaurio, encargando a un vendedor de fósiles lo que se creía que eran el fémur, la tibia y huesos metatarsianos de un dinosaurio Anzu, pagando un total de 5 000 dólares.

Estos huesos fueron hallados en la Formación Hell Creek, un área que abarca Dakota del Norte, Dakota del Sur, Montana y Wyoming, lugar donde también se descubrieron los restos de un Anzu.

Los fémures del “Pollo del Infierno” eran perpendiculares, no obstante, los huesos que estudiaba tenían la cabeza del fémur más corta y estaba asentada en un ángulo oblicuo, además de que los huesos del tobillo se encontraban unidos a la tibia, estructura ósea que no poseían los Anzu. Atkins envió estos huesos a Holly Woodward, profesora de anatomía de la Universidad Estatal de Oklahoma. Ella cortó los huesos y los examinó bajo el microscopio, encontrando que los anillos interiores de los huesos estaban muy juntos, indicando que se trataba de un ejemplar que casi había alcanzado su crecimiento máximo, por lo que, según Woodward, estos huesos pertenecían a una especie por descubrir.

“Has puesto un listón al que todo el mundo va a poner a la altura de todo lo que hagas”, afirmó Atkins- Weltman.

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