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Un empate en casa con el Everton amplía la mala racha del Manchester City hasta convertirla en un caso digno de estudio. Aunque haya atajado la depresión de tres derrotas seguidas. El punto (1-1) no sirve de consuelo al vigente campeón, que sólo ha ganado uno de los últimos 13 partidos.
Al City le cuesta sacarse la crisis de encima. Y sólo remontará con la fortaleza mental de sus integrantes, desde su entrenador al último futbolista para trasladar al campo las ideas que surjan para mejorar su fútbol, vulgar para el que ofrecía no hace mucho. Los dos meses de oscuridad son una experiencia nueva para todos.
Penalti desperdiciado
Débil como está y como se siente, lo que en otros tiempos era un simple contratiempo para el City, ahora se erige en un obstáculo mayúsculo. El gol de Ndiaye fue demostrativo, al punto de obnuviló a los celestes, que luego fallaron un penalti. Pickford se lo paró a Haaland, después de unos minutos en los que los jugadores del Everton trataran de desestabilizarle.
Había arrancado el City con solvencia, sin el fútbol rápido y vibrante de otros tiempos, aunque huérfano de la seguridad que ha sentido durante años, arropado por la hinchada. No creaban ocasiones los pupilos de Guardidola ante un Everton muy defensivo, pero Gvardiol cabeceó al poste y al cuarto de hora Bernardo Silva se coló en el área y su remate se envenenó, aunque Pickford tampoco habría llegado al balón.
La botella del meta Jordan Pickford donde tiene anotados los penaltis de los posibles tiradores del City. / Phil Noble Reuters
Fue un suspiro de alivio paea el City, que redujo sus revoluciones, seguramente por el miedo a perder el botín. Un error mayúsculo porque invitó al Everton a salir para tomar el aire. El conjunto de Liverpool perdió el miedo a cada paso que daba y celebró la primera vez que pisó el área de Ortega.
Haaland, decepcionado, se dispone a sacar de centro tras el 1-1 del Everton. / DPA vía Europa Press
Coronó el Everest con éxito Ndiaye en un centro que nadie tocó, ni su compañero Calvert-Lewis ni Akanki ni Rico Lewis. El interior domó el balón y lo chutó a botepronto, no fuera el caso que alguien anulara la jugada.
Ese gol dio vida a los de Liverpool, cuyas mirada es hacia la cola para huir cuanto antes. El entramado defensivo funcionó ante el Arsenal y el Everton, otros grandes ante los que había empatadoen los dos partidos anteriores, y le sirvió ante el deprimido City.
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